LA MIGRACIÓN DE ESPECIES EN EL PARQUE BICENTENARIO

El parque del Bicentenario fue declarado como Área Natural Protegida (ANP) en el año 2009. Sin embargo,  esta clasificación  no ha sido suficiente para evitar el desplazamiento de la fauna debido al  impacto del cambio climático y urbano que se desarrolla en la zona.  Los pericos han sido una de las especies afectadas por este problema.
Por: Adriana Leiva, Roque Pino y Diego Manzano.

La finca El Espino alberga terrenos de gran valor ambiental, entre ellos El Parque Bicentenario. Fotografía por: Adriana López.
Se conoce como Área natural protegida (ANP) a aquellas áreas que cumplen con los requisitos de poseer riqueza ambiental, es decir, recursos naturales como flora y fauna en gran cantidad y concentración diversificada. Además, son territorios cuya diversidad es nativa, esto es, que no ha existido intervención  humana para producir tales recursos.

Ahora bien, ¿por qué son importantes las ANP? La importancia de estas áreas reside en la capacidad de producción de oxígeno,  recurso hídrico y  la absorción de carbono, la capacidad de albergar fauna y flora en un equilibrio perfecto para su conservación; tal es el caso del parque de Los Pericos o Bicentenario en la finca El Espino.

Actualmente existen  72 Áreas Naturales Protegidas catalogadas por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), lo que equivale a un  3% de territorio salvadoreño. Esto significa que sólo 631 kilómetros cuadrados de los 21.040 que el país posee sirven como un pulmón para purificar el aire y para albergar a flora y fauna silvestre.  Ese 3% se divide en un 1% de playa y manglar y un 2% se encuentra centrado en bosques dentro de estos, de nuevo, encontramos de nuevo al Parque Bicentenario.

Con un total de 128 manzanas y mil 386 varas cuadradas, el parque Bicentenario es un área natural protegida municipal,  la cual es hogar de flora y fauna silvestre que en los últimos años ha cambiado camaleonicamente.

Ubicado entre el límite del departamento de San salvador y el departamento de La Libertad ha sido la única porción de tierra que ha sido  clasificada como ANP dentro del gran territorio llamado Finca El Espino luego de la parcelación hecha en 1995 por el gobierno de turno.

Un  dato curioso es que, a pesar de la riqueza natural que toda la Finca El Espino posee, siempre fue un territorio privado.  Años más tarde la parcelación del parque Bicentenario, que se logró retomar como ANP, obtuvo 128 manzanas, dejando al territorio restante dentro de El Espino sin mínima protección.

El Bicentenario fue declarada ANP exactamente en el año 2009  por medio del ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) a través de un decreto de la Asamblea Legislativa. Sin embargo, el parque ha sido objeto de problemas relacionados con una migración más constante de las aves y otros animales hacia distintos puntos, ya que las condiciones del ambiente para la alimentación, reproducción, anidación en el caso de las aves e incluso para dormitar ya no continúan siendo óptimas ni tienen todos los requerimientos que estas especies necesitan.

Recorrido por El Espino
Cada ANP cuenta con una organización comajenadora que vela por su protección y preservación de sus recursos. Una de ellas es la  Fundación Ecológica de El Salvador (SALVANATURA), quien está al cuidado de El parque Bicentenario.
“En nuestro país debido a la erosión del suelo, las ANP son los últimos refugios de vida silvestre; por esto las ANP brindan importantes servicios ecosistémicos a la sociedad, como protección hídrica, captura de carbono y la purificación de la atmósfera”, explicó Martha Quezada, Bióloga y directora de SALVANATURA.
Al delimitar una ANP, se toma un diámetro de un kilómetro a la redonda para proteger de daños ambientales a la zona que rodea el ANP, así se logra un mayor control de los peligros o contaminantes que puedan estar acercándose. Sin embargo esta medida no se ha aplicado al parque, puesto que no existe un diámetro de protección y las especies que viven ahí tienen intervención constante de humanos y vehículos debido que se ha establecido una zona de parqueo dentro del parque.
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Miles de vehículos transitan diariamente cerca del parque, esto interfiere con la armonía de las especies. Fotografía: Adriana López.

Un estudio a cargo de la fundación ecológica Salvanatura  que data del año 2011 consignó que dentro del parque  existen 118 especies de aves registradas (la urraca, talapo, perico, cenzontle, zanate, chiltote, codorniz y aves migratorias como loras y tucanes) 25 especies de mamíferos (conejos, zorros, gato de monte, ardillas, etc.), 11 de reptiles (garrobo, tacuazín, etc.) y 10 de anfibios. Además, un total de siete especies distintas de pericos que existen en el país seis se ubican en el Bicentenario.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización encargada de velar por preservar los recursos naturales, establece cuatro categorías de conservación en especies de anfibios y aves, desde las Amenazadas (A), en Peligro de Extinción (EN), Vulnerables (VU) y en Peligro Crítico (CR).

Al respecto, de cuatro especies de pericos y Loras, dos tienen categoría de Amenazadas (A) y las restantes están en Peligro de Extinción (EN) en la zona. Victoria Galán, coordinadora del parque Bicentenario y miembro de Salvanatura  especificó algunas de las razones por las cuales considera que está sucediendo este fenómeno.
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Construcciones y cambios dentro del Espino
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Entrada al parque Bicentenario. Foto por: Diego Manzano.
Victoria Galán explicó que anteriormente el área del parque era frecuentada por distintos pericos. Sin embargo, mencionó, “a medida han venido sufriendo cambios en el entorno se han visto como en la necesidad de desplazarse”. También otra de las razones es debido a “la comercialización y el uso que las personas les dan como mascota”, afirmó Galán.
“Entonces mucho del impacto negativo que tienen es eso; adicional a la pérdida de hábitat como se ha evidenciado en toda la zona por las diferentes construcciones”, agregó. A pesar de que hay áreas que mantienen su vegetación, las especies se han visto en la necesidad de moverse. “Y digamos que ese es un comportamiento natural cuando las especies no encuentran la calidad en un sitio, ya sea para alimentarse o habitarlo, tienden a desplazarse”, expresó Galán.
Debido a esto, varias zonas aledañas, como la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), canchas ubicadas en Antiguo Cuscatlán, la zona del Instituto Emiliani, colonia La Sultana, complejo deportivo y Antigua Calle Ferrocarril, han ido captando, de manera gradual, a las aves que se movilizan a estas zonas con la finalidad de encontrar alimentos o, incluso, espacios para dormir.

Como testimonio de esto, Marta Avelar, habitante de la colonia La Sultana explicó que gran cantidad de pericos llegan alrededor de las 5pm a buscar en los árboles de la colonia lugares donde dormir.

“A pesar de que hay áreas que mantienen su vegetación, las especies se han visto en la necesidad de moverse. Y digamos que ese es un comportamiento natural cuando las especies no encuentran la calidad en un sitio.”  Victoria Galán- Coordinadora del parque Bicentenario y miembro de Salvanatura 



El Perico Verde Centroamericano, que habita desde el este de Oaxaca hasta la parte central de Guatemala y zonas montañosas de Nicaragua, por ejemplo, está clasificada como  en amenaza de extinción según datos del MARN. En El Salvador, se sitúa en  regiones boscosas o semi boscosas y se alimenta de frutas.
El Boletín de la Sociedad Mesoamericana para la Biología y Conservación, fechado en 2006, señaló que en el año 2000 bandadas de esta especie de pericos dormían en áreas verdes y espacios abiertos, lo cual produjo inconvenientes en la colonia La Sultana debido a que muchos no estaban de acuerdo con que los pericos se instalaran en esa zona.
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La disputa por los pericos en la colonia La Sultana
Es 12 de diciembre del año dos mil en la colonia La Sultana de Antiguo Cuscatlán. Los residentes de la zona comienzan a preparar los festivos para la celebración en honor a “Nuestra Señora de Guadalupe”, que se lleva a cabo en la Basílica de Guadalupe. El ambiente se ha tornado cálido y acogedor. Al compás de las risas y  los rostros ruborizados por la emoción del momento, bandadas de pericos, con un aleteo constante, hacen acto de presencia en los cielos.
Los pericos van desplazándose hasta los árboles de Eucalipto y los pinos, a fin de congregarse en grupos para poder alimentarse o descansar. Varios años después, apenas han quedado recuerdos de esas bandadas que, en grandes cantidades, transformaban el paisaje. Junto al ocaso, muchos de ellos fueron migrando del caótico mundo moderno, o simplemente se extinguieron.
El punto de ruptura para ellos se produjo a partir de un conflicto de intereses entre vecinos. Dos visiones contrapuestas se cimentaron en los grupos divididos. Por una parte, los que estaban a favor abogaban por construir zonas donde los pericos pudieran habitar sin tener inconvenientes. Por otro lado, la visión contraria manifestaba que los pericos, lejos de ser un beneficio, eran ruidosos y molestaban a los pobladores.
Adicionalmente, agregaron, que los transeúntes, al recorrer la zona cercana al hotel Colonial u otras aledañas, eran víctimas de recibir heces mientras los pericos estaban en los árboles.
Finalmente, la visión que se oponía a los pericos predominó, por lo que varios árboles fueron talados de distintas zonas, y, por otro lado, edificaciones y calles comenzaron a construirse, lo cual desembocó en la huida de esta especie o la disminución significativa que están experimentando.
Verónica García, una habitante de la colonia la Sultana y maestra de parvularia, comentó sobre la situación de los pericos. Es una mujer de tez morena y rostro apacible. Nació en la zona. Antes de traer a colación un recuerdo, vuelve su vista hacia un extremo de la sala, como tratando de abrazar una parte de su infancia que ha quedado en un rincón muy lejano.
Inhala el aire cálido que recorre la entrada de la Ludoteca ubicada en La Sultana. Exhala, cierra los ojos durante un leve instante y comienza a narrar: “Hace años, desde que tengo conciencia, siempre ha estado esa leyenda que aquí era habitada por los pericos desde años. Ya se sabía en la tarde que, entrando cuatro y media o cinco, se escuchaban los pericos, o en la mañana igualmente, cosa que ahora ya no”.
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Verónica García, habitante de la colonia la Sultana y maestra de parvularia. Foto por: Diego Manzano.


Según el estudio del Boletín de la Sociedad Mesoamericana para la Biología y Conservación, fechado en 2006, mencionó que en “1998 existía un dormidero en la finca cafetalera el Espino, ubicada en la parte inferior de la falda suroeste del volcán de San Salvador, en las inmediaciones de las ciudades de San Salvador y Antiguo Cuscatlán”.

En esta misma línea, el estudio especificó que estos pericos no establecian sitios permanentes en la finca para dormir; por el contrario, se desplazaban en toda la propiedad. No fue hasta 1998 y 2003, sin embargo, cuando los dormideros donde las aves se habían instalado se trasladaron hacia a antiguo Cuscatlán “posiblemente influenciados por una serie de intervenciones antropogénicas como el cambio de uso de suelo en la finca (carreteras, edificaciones de centros comerciales y residenciales”, detalló el estudio.
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Testimonios de habitantes de la zona 





Representantes de la comunidad Unión Abajo, de la finca El Espino, relatan sus experiencias y episodios de vida, frente a más de 20 años de construcción, deterioro y desgaste de la zona natural protegida.

Ismael Pérez Guevara, agricultor, de 72 años de edad, padre de 5 hijos y originario del municipio de Santa Tecla, comparte sus experiencias, durante  41 años de vivir en la comunidad Unión Abajo, en la finca El Espino, departamento de San Salvador. 
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Ismael Pérez Guevara, vocal de la Cooperativa El Espino, de la comunidad Unión Abajo 2. Foto por: Roque Pino.


En el 2008, para el período del expresidente Elías Antonio Saca, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), llevó a cabo una demanda judicial que ordenaba el desalojo de 58 familias, de 126 que viven en la finca El Espino. Entre ellas, la familia Pérez Guevara.

La orden interpuesta por la familia Dueñas requería la salida total de los pobladores de la zona. Según Ismael Guevara, los habitantes tuvieron tres órdenes de desalojo, debido al espacio que se ocupaba en el período de las  construcciones de los centros comerciales y urbanizaciones más próximas a la localidad.

Durante muchos años, estas tierras de las faldas del volcán han tenido una historia muy compleja y llena de incertidumbre. En la década de los 80's con la reforma agraria impulsada por el gobierno de José Napoleón Duarte, la finca, en ese entonces constituida por más de mil manzanas, pasó a manos de los colonos que vivían y trabajaban en ellas.

Sin embargo, en el 2009, en medio de investigaciones, protestas y procesos interrogatorios, la Alcaldía de San Salvador, en apoyo con el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREE) y la Cooperativa El Espino, firmaron un acuerdo para que las familias de la zona obtuvieran su título de propiedad bajo los parámetros de protección y límites territoriales.

Para estas familias, el contrato establece términos de respeto a la propiedad privada, el cuido de la reserva natural, pagos para la seguridad del terreno, preservación de las especies naturales, entre otras disposiciones.

Guevara, quien actualmente forma parte de la junta directiva de la Cooperativa,  recuerda ese episodio, como parte clave de su vida en la comunidad. Él afirma que “los habitantes no pueden ser desalojados mientras exista defensores de la tierra y  defensores de los derechos de las personas humildes y trabajadoras”.

En el 2012, de acuerdo al estudio de Protección de Reservas Naturales, brindado por Salvanatura, “se registraron 63 familias que residen legalmente en El Espino, la mayoría viven a los alrededores del Parque Bicentenario”.

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Entrada principal de la comunidad Unión Abajo 2, en la finca El Espino. Foto por: Roque Pino.


Ismael relata recuerdos importantes: “Hace 37 años, yo fui albañil de algunos terrenos de la familia Dueñas. Ellos amaban los animales y el campo. Su sueño era tener toda clase de animales. Cuidaban y cultivaban la tierra. Había muchos cafetales. Les gustaba ver aves, entre las seis de mañana y las cinco de la tarde”.

La abundante vegetación entre las que se encuentran sembrados de café como borbón y pacamara, árboles como el pino, mango, aguacate, cedro, amate, ceiba, pepeto, madrecacao y muchos más hacen de la finca uno lugar muy rico en flora.

Ismael y su esposa Delia son amantes de las aves y los pericos que hay en la zona.  De acuerdo con las palabras de Delia, “han enseñado a sus hijos y a sus nietos a cuidar las aves, a no cazar pericos, ni tirarles piedras”.

Ellos expresan que “hay dos épocas en el año, en donde más se pueden ver estos animales: a principios del verano y en los inicios del invierno; pero en el día: se ven de 5:30 a 6:00 de la mañana y de 4:00 a 6:00 de la tarde”.

Según Gladys Segura, ornitóloga de Salvanatura, “la escasez y la falta de mantos acuíferos en la localidad, son factores fundamentales que intervienen en la migración y extinción de los pericos. Hasta el día de hoy, el Parque Bicentenario funciona como un recinto de pericos que migran a diferentes puntos de San Salvador y La Libertad”.

Con mayor profundidad, los mantos acuíferos son las fracciones de agua que se alojan con mayor proporción, en las superficies terrestres de los lugares boscosos y ricos en flora y fauna.

Planes de Protección
En El Salvador, lugares como el Parque Bicentenario, El Imposible, y otros más sirven como pulmones y centros de captación de agua para las especies. En este caso, los pericos que residen en El Salvador. Para este tipo de aves, el agua es un elemento crucial en la cadena alimenticia, para la sobrevivencia de su especie.
Para Enrique Fuentes, jefe del Parque Bicentenario, “La razón principal para preservar la finca El Espino es que los mantos acuíferos de esta zona son los que aportan al área metropolitana de San Salvador cerca de 16.25 millones de metros cúbicos de agua anuales. El índice de infiltración, es decir de absorción de agua lluvia, asciende al 40%. Pero, de acuerdo a Solórzano, desde que iniciaron las construcciones urbanísticas en la zona son cinco los pozos que se han secado”.
Por esa razón, Salvanatura, en asociación con la Alcaldía de Antiguo Cuscatlán y la alcaldía capitalina, ejecutan jornadas de limpieza, esparcimiento y actividades que fomentan el ecoturismo en la zona. Hasta el día de hoy, los habitantes son actores directos en este tipo de acciones que benefician el cuidado de los pericos y aves nacionales.

Por su parte Wendy Ramos, jefa de comunicaciones del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) recalcó que El Bicentenario por ser un Área Natural Protegida de propiedad municipal no pueden como ministerio controlar totalmente su protección. Sin embargo en la Legislación Ambiental construida por el propio Ministerio reconoce en el artículo 5 que es competencia del MARN asegurar la protección y conservación de las ANP.
Santos Escobar Gerente Medioambiental y Gestión de Riesgos de la alcaldía de Antiguo Cuscatlán explicó que ellos solo se encarga de darle mantenimiento al parque pero que siguen los parámetros establecidos por la Legislación Ambiental.

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